14 jul 2010

Lectura 6 - Comunicación. Alcances y fines / Un modelo del proceso de comunicación

Comunicación. Alcances y fines

El lenguaje es uno de los códigos que utilizamos para expresar nuestras ideas como los gestos no verbales: expresiones faciales, movimiento de las manos y de los brazos. Otras formas son las señales que encontramos en los colores, los tamaños y las distancias que utilizan los escenógrafos y los dibujantes publicitarios. En fin, todo aquello a lo que la gente logra dar un significado puede y es utilizado por la comunicación. La conducta observada en ella tiene una esfera de acción muy amplia.
La gente puede comunicarse a muchos niveles, por muy diversos motivos, con gran número de personas y en múltiples formas.

La palabra “comunicación” es usada corrientemente para designar problemas de relación entre la clase obrera y la clase directiva; entre los países y entre la gente en general. El aspecto internacional del gobierno y de la industria se ha orientado y se orienta hacia la comunicación. Una vez más, las revoluciones tecnológicas y filosóficas del siglo XX son responsables de todo esto.

Una suposición básica en la disciplina que estamos considerando es que la comprensión del proceso, de sus determinantes y de los efectos de la comunicación, aumenta la capacidad natural del hombre para afrontar los problemas de comunicación, que debe encarar en su trabajo, cualquiera que sea la naturaleza de éste.

La amplitud del alcance de la comunicación es perfectamente demostrable y ha permitido una gran parte de la actividad humana.

Propósitos de la comunicación

Aristóteles definió el estudio de la comunicación retórica como la búsqueda de “todos los medios de persuasión que tenemos a nuestro alcance”. Sin embargo, dejó muy claramente asentado que la meta principal de la comunicación es la persuasión, es decir, el intento que hace el orador de llevar a los demás a tener su mismo punto de vista.

A finales del siglo XVIII los conceptos de la psicología de las facultades invadieron la retórica. El dualismo alma-mente fue interpretado y tomado como base para dos propósitos, independientes entre sí, de la comunicación. Uno de los objetivos era de naturaleza intelectual o cognoscitivo; el otro era emocional. Uno apelaba a la mente y el otro al alma.

De acuerdo con esta teoría, uno de los objetivos de esta comunicación era informativo: llamamiento hecho a la mente. Otro era persuasivo: llamado hecho al alma, a las emociones. Y otro más servía de entretenimiento.

Existe una razón para creer que todo uso del lenguaje tiene una dimensión persuasiva, y que la comunicación se hace completamente imposible si ésta, en una forma u otra, carece del intento de persuasión.
En resumen, sugerimos la necesidad de volver a analizar los propósitos de la comunicación. Y al hacerlo debemos emplear por lo menos 4 criterios para definir el propósito:

1.No contradictorio lógicamente ni lógicamente inconsistente consigo mismo.
2.Centrado en la conducta; es decir, expresado en términos de la conducta humana.
3.Lo suficientemente específico como para permitirnos relacionarlo con el comportamiento comunicativo real.
4.Compatible con las formas en que se comunica la gente.

Por consiguiente, el propósito u objetivo básico en la comunicación es convertirnos en agentes efectivos. Es decir, influir en los demás, en el mundo físico que nos rodea y en nosotros mismos, de tal modo que podamos convertirnos en agentes determinantes y sentirnos capaces de tomar decisiones, llegando al caso. En fin, nos comunicamos para influir y para afectar intencionalmente.

Las dimensiones del propósito

El “quien” del propósito. Cualquier situación humana en que intervenga la comunicación implica la emisión de un mensaje por parte de alguien, y, a su vez, la recepción de ese mensaje por parte de otro.
Una de las dimensiones que hay que considerar en todo análisis del propósito comunicativo es la de determinar el receptor intencional del mensaje. El comunicador puede querer que su mensaje esté destinado a él, o bien a otra persona. Por consiguiente, toda conducta de comunicación tiene por objeto producir una determinada respuesta por parte de una determinada persona.
En toda situación de comunicación existen, por lo menos, 2 grupos de “respuestas esperadas”: la respuesta exigida por la persona que emite el mensaje y la que exige la persona que lo recibe.

El “cómo” del propósito. El receptor de un mensaje puede a su vez, tener también propósitos consumatorios o instrumentales por excelencia al recibir un mensaje.
Cualquier tipo de mensaje dado puede tener diversos propósitos. Es posible que sean altamente consumatorios y otros esencialmente instrumentales, y ello tanto para la fuente como para el receptor.

Un modelo del proceso de comunicación

El concepto de proceso

El diccionario define “proceso” como “cualquier fenómeno que presenta una continua modificación a través del tiempo”, o también como “cualquier operación o tratamiento continuos”.

La teoría de la comunicación refleja un concepto de proceso. Un teórico de la comunicación rechaza la posibilidad de que la naturaleza esté constituida por acontecimientos o componentes que puedan ser separados de todo otro hecho o componente. Sostiene que no es posible hablar ni del principio ni del fin de la comunicación, o decir que una idea determinada proviene de una fuente específica; que la comunicación se produce de una sola manera.

Cuando tratamos de hablar sobre un proceso de comunicación, tenemos que enfrentar por los menos 2 problemas:

1.En primer lugar, hemos de detener la dinámica del proceso, así como detenemos el movimiento para tomar una fotografía, pero, cometeremos un error si olvidamos que la cámara no reproduce en forma completa los objetos fotografiados.

2.El segundo problema existe para describir un proceso deriva de la necesidad de tener que hacer uso del lenguaje. Al hacer uso del lenguaje para describir un proceso nos vemos obligados a elegir determinadas palabras y tenemos que “congelar” en cierta forma el mundo físico.

Si tenemos el concepto de proceso bien definido en nuestra mente, podemos sacar provecho de un análisis de los componentes de la comunicación, elementos que parecen necesarios para que esta se produzca.

Los componentes de la comunicación

En su retórica, Aristóteles dijo que tenemos que considerar 3 componentes en la comunicación: el orador, el discurso y el auditorio. Quiso decir con ello que cada uno de estos elementos es necesario para la comunicación y que podemos organizar nuestro estudio del proceso de acuerdo a 3 variables: la persona que habla, el discurso que pronuncia y la persona que escucha.

Shannon-Weaver dijeron que los componentes de la comunicación incluyen una fuente, un transmisor, una señal, un receptor y un destino. Si por fuente entendemos el orador, por señal el discurso y por destino al que escucha.

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